Esta vez he modificado un poco mi compañía viajera y han sido las «jóvenas» de la familia las que me han acompañado. O quizá haya sido yo la que les ha acompañado a ellas… no lo tengo claro del todo. Pero el tema es que tres componentes de la familia y de edades muy diferentes nos hemos ido de viaje juntas. ¡Y qué bien lo hemos pasado, oiga!
¿Alguna vez habéis visto una amama copiloto («Abu» en grandes confianzas), cantando Des-pa-cito a todo volumen?
Y ¿qué me decís de una prima pasajera que se sienta en el coche y no presta atención a nada más que a su pensamiento?
Pues…¡Bienvenid@s a mi familia! Así, divertido y un poco caótico a la vez ha sido nuestro viaje a Tenerife. Divertido porque hemos cantado de todo pero caótico porque nadie más que yo prestaba atención a las salidas de la carretera. ¿Qué quiero decir con eso? Pues que nos hemos pasado las salidas más de una vez, pero que hemos conocido la isla como la palma de nuestra mano. ¡No hay carretera por la que no hayamos pasado!
Miércoles, 19 de julio:
Empezamos nuestro viaje el miércoles 19 de julio bien prontito. El embarque empezaba a las 6:15h, lo que significa que tocó madrugar. Tras 3 horas y 10 minutos de vuelo, a eso de las 9:05 hora canaria, por fin llegamos al aeropuerto de Tenerife norte y lo primero que hicimos fue alquilar un coche en la oficina de «Autoreisen» en el aeropuerto para 7 días por 130€.
Nuestro apartamento «Rosamar 3» estaba en el sur, así que nos dirigimos hacia allí, hicimos las compras para tener la neverita llena y después de descansar un poquito y comer, bajamos a la playa de Los Cristianos y a dar un paseo por los chiringuitos. Ducha, cenar y a la cama, que estábamos muertas.

Jueves, 20 de julio:
Nos levantamos pronto para desayunar y empezar nuestra ruta turística.
Para empezar, nos dirigimos hacia el LoroPark, en Puerto De la Cruz. Nos habían dicho que es visita obligatoria, pero en mi opinión no deja de ser un zoo, así que si no es de vuestro interés, podéis omitirlo de vuestro viaje. Aún así, os daré un consejito:
Se puede aparcar en el parking del LoroPark PERO, cobran 4€. Nosotras aparcamos en el pueblo, la verdad que de casualidad pero, luego vimos que había parking y que costaba 4€. Así que ya sabéis. Aparcad en el pueblito que está ahí mismo y además es muy bonito y así ahorráis un poco, ya que la entrada al LoroPark cuesta la friolera de 35€ por persona y que para colmo el parking va aparte.

Nosotras pasamos allí la mañana. Después comimos en un bar que hacía esquina allí mismo en Puerto de la Cruz y paseamos por allí. El paseito por la costa con casitas de colores tiene mucho encanto, a mí personalmente me encantó.
Después, a eso de las 17.30h fuimos al Lago de Martiánez. Allí mismo, en Puerto de la Cruz también, pero en la otra punta. La entrada cuesta 5,50€ por persona y vale para todo el día. Cierran a las 20h, pero a las 18h dejan de vender los pases.
El Lago de Martiánez es un conjunto de preciosas piscinas con agua de mar, creadas por César Manrique. Están repletas de cómodas hamacas y sombrillas, y además de ser preciosas, también tienen vistas increíbles al mar.
Nosotras estuvimos unas 2 horas, pero la verdad que de haberlo sabido, me habría pasado allí toda la mañana o incluso todo el día.
En Puerto de la Cruz también está el famoso Jardín Botánico, pero nosotras estábamos cansadas de tanto ver todo el día y decidimos volver a casa, que además todavía teníamos un largo camino de vuelta.
Aún así, deciros que la entrada costaba 3€ por persona, por si interesa.
Viernes, 21 de julio:
El viernes fue día de visitar el norte. Tras desayunar, nos fuimos de ruta al punto más al norte de la isla. En la ida pasamos por el macizo de Anaga, declarado reserva de la biosfera de la UNESCO desde el 2015, con unas vistas maravillosas. Una carretera con muchas curvas pero con vistas preciosas y miradores para disfrutar de ellas.
Después pasamos por Taganana y visitamos las playas Roque de las bodegas; playa de piedra y muy salvaje, me encantó.

Playa de Benijo; playa de acceso «dificil» (según mis dos acompañantes, yo habría bajado tranquilamente) de arena negra y salvaje también. Había muy poca gente, 3 personas para ser exactas y las tres haciendo surf.
Os recomiendo visitarlo porque para mí fue una de las zonas más bonitas del viaje.
Un poquito más adelante, llegamos a un mirador alto en el que se terminaba la carretera. En la parte de abajo se podía apreciar otra playa, en la que había más gente que en las dos anteriores mencionadas, pero para acceder a ésta había que bajar un montón de escaleritas.
Dimos la vuelta porque las playas no eran muy accesibles y había muchas olas para «nuestro» gusto (ya sabéis, una se tiene que amoldar a los demás también cuando viaja en compañía) y nos fuimos a la Playa de las Teresitas, que está justo al otro lado de la montaña.
Allí comimos un bocata de tortilla en un chiringuito playero y fuimos a descansar en la playa. Arena blanca, agua cristalina y muy tranquila… una playa preciosa también, pero totalmente diferente a las anteriores.
A la tarde, a eso de las 17h fuimos a Santa Cruz de Tenerife. Dimos una vuelta por la capital mientras disfrutamos de un rico heladito y para las 20h comenzamos el regreso a casa.

Sábado, 22 de Julio:
Visita al Teide.
El Parque nacional del Teide, también declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ocupa la zona más alta de Tenerife. Es una extensión enorme a la que se accede en coche de forma gratuita. Pero como sabréis, el volcán del Teide con sus 3718 metros es el pico más alto de España y el tercer volcán más grande del mundo, es por eso que existe una pequeña ayudita para subir a la cima: el teleférico.
Para hacer uso de este, se pueden coger las entradas allí mismo, pero, es mucho mejor reservar por internet para evitarse cualquier tipo de espera innecesaria.
Nosotras haciendo caso a las recomendaciones del chico de información turística del aeropuerto, reservamos para primera hora del sábado con el fin de evitar colas y poder aparcar bien. ¡Y menos mal!
Teníamos a las 9.30 pero nos recomendaron estar allí media hora antes. Y como llegamos pronto, tuvimos la oportunidad de subir un pelín antes, 9.20h. El ticket del teleférico tiene una hora de validez, lo que significa que para las 10.30h ya estábamos de vuelta, ¡y el parking ya estaba lleno! La gente aparcaba lejos y tenía que subir la cuesta andando con el calor que hacía.
¡Qué bien hicimos en madrugar!
El teleférico te asciende desde los 2356 metros (a los que llegas en coche, no te preocupes) y te deja a 3555 metros de altura, a tan solo 163 metros del pico.
Pero, no os creáis que allí podéis subir al pico felizmente vosotros solos, no. Para eso hay que sacar un pase VIP con guía incluido que cuesta 113,50€.
Nosotras cogimos el pase normal, que cuesta 27€ y te da la opción de hacer diferentes rutas a distintos miradores.

Para los más románticos también hay pase al atardecer y aunque el precio también sube bastante, tiene que ser increíble. Yo me lo apunto para la próxima.
Al bajar, desayunamos por segunda vez en la cafetería de la estación, necesitábamos recuperar fuerzas. Y nos fuimos a recorrer los diferentes escondites del parque.
Después de sacar un montón de fotos, fuimos a Los Gigantes. Otra recomendación del chico de info. turística.
Está indicado desde allí mismo, así que no hay pérdida. Eso sí, es un camino de muchas curvas.
Al llegar a Los Gigantes, muertas de hambre pero sobre todo de sed, comimos una rica paella y melón con jamón en un chiringuito que encontramos justo en el mirador. El chiringuito estaba en buen sitio, con vistas increíbles hacia el mar y hacia la Gomera, pero desde luego la camarera dejaba mucho que desear, era una incompetente o por lo menos aquel no era su día.
Luego bajamos a la «playa de la Arena». Una playita pequeñita de arena negra. Me pareció preciosa pero eso sí, estaba abarrotada de gente.
Vuelta a casa por la costa. Ducha, merendar algo y salir a pasear por el paseo. Vuelta a casa y a dormir.
Domingo, 23 de Julio:
Después del precioso pero agotador día del sábado, decidimos tomarnos el domingo con mucha tranquilidad. Desayunamos tranquilamente en la terraza del apartamento y escogimos la playa de «La tejita», en Punta Roja, para visitar. Una playa larga, muy salvaje y con mucho viento.
La arena pega con fuerza y tal vez sea eso lo que hace que la playa esté prácticamente vacía. A mí me encantan las playas salvajes o muy tranquilas, así que esta me encantó.
Al medio día, después de ducharnos, comer y descansar un poco, salimos a pasear por el paseo y en un chiringuito llamado «The Corner», nos merendamos un crêpe riquísimo que os recomiendo 100% si estáis por allí. También hacen deliciosos smoothies 100% naturales.

Lunes, 24 de Julio:
Nos levantamos y fuimos en busca de la Playa del Duque. Pero no la encontramos y terminamos en la playa de Fañabe. Es una zona de mucho dinero, con hoteles y tiendas de lujo.
Al medio día nos volvimos a casa a comer, pero no sin antes dar un paseo y ojear en las tienditas. Había una en concreto medio hippy y surfera que me gustó mucho y en la que no pude evitar comprarme algo. (KOALA BAY se llamaba)

A eso de las 17-18h fuimos a pasar la tarde a Playa de San Juan. Un pueblo pesquero muy bonito que recomiendo visitar, en el que disfrutamos de unas copas de helado y un zumo natural en una terracita. Precioso paseo y preciosas playitas tanto de piedra como de arena.
Martes, 25 de Julio:
Esta vez sí. Llegamos a la Playa del Duque, la encontramos por fin. Está al otro lado de la de Fañabe, en la misma zona lujosa, pero ésta es una playa algo más familiar. Muchas familias con niños. El agua es cristalina y hay pocas olas. Estuve tan relajada que hasta se me olvido sacar una foto.
Al medio día fuimos a comer a casa y después de descansar, fuimos a pasar nuestra última tarde en la isla tinerfeña a El Médano. Un pueblo muy famoso por los deportes acuáticos, ya que hay muchísimo viento y es ideal para el windsurf, el kitesurf, padelsurf, etc.
Nos encantó también, así que este también es un lugar al que recomendamos ir.

A la vuelta nos comimos otro crêpe para despedir y dar por terminado el día. Se acabó lo que se daba.
Miércoles, 26 deJulio:
Vuelta a casa.